Las mĂșltiples dimensiones de la pobreza
- JoaquĂn Pascal
- 13 jun
- 4 Min. de lectura

Un anĂĄlisis del fenĂłmeno mĂĄs allĂĄ de su expresiĂłn monetaria.
La pobreza es un fenĂłmeno multidimensional que refiere a la falta de medios para satisfacer necesidades bĂĄsicas como alimentaciĂłn, vivienda, salud y ocio, entre otras. Sin embargo, no existe una Ășnica forma de medirla.
En Uruguay, un hogar es considerado pobre si su ingreso se encuentra por debajo de la lĂnea de pobreza, que es la expresiĂłn monetaria del costo asociado a una canasta de bienes y servicios âbĂĄsicosâ elaborada por el Instituto Nacional de EstadĂstica (INE) a partir de la encuesta de gastos e ingresos de las familias. Ese costo, a su vez, depende de un conjunto de factores, como el nĂșmero de integrantes del hogar, su ubicaciĂłn geogrĂĄfica y la condiciĂłn de propietario o inquilino. Para profundizar sobre este fenĂłmeno, el procesamiento de la Encuesta Continua de Hogares permite realizar una caracterizaciĂłn mĂĄs amplia de la poblaciĂłn que se encuentra en esta situaciĂłn.
En primer lugar, las familias pobres son mĂĄs numerosas, dado que cuentan con 3,5 integrantes en promedio, uno mĂĄs con respecto al resto de la sociedad. Eso, por sĂ solo, implica que esas familias necesitan una mayor cantidad de dinero para situarse por encima del umbral monetario definido.
Por otro lado, mientras el 4,8% de las familias que no estĂĄn en situaciĂłn de pobreza vive en condiciones de hacinamiento (mĂĄs de dos personas comparten una habitaciĂłn para dormir), entre los hogares pobres esa cifra asciende al 24,6%. En el caso del transporte, el 80% de las familias pobres no cuenta con un vehĂculo automotor, un poco menos del doble con relaciĂłn al resto de la poblaciĂłn (44%). Para el caso de la calefacciĂłn, los datos revelan que casi un cuarto de las familias en situaciĂłn de pobreza no cuenta con un medio para calefaccionar su vivienda, una proporciĂłn que cae al 7,9% para el resto. Algo similar ocurre con el saneamiento, en tanto el 13,5% de las familias en situaciĂłn de pobreza no cuenta con acceso al agua potable e instalaciones sanitarias adecuadas, siendo el 2,9% en el caso de los hogares no pobres.
En efecto, la condición de pobreza excede largamente la dimensión de los ingresos monetarios, extendiéndose a la órbita mås amplia de las condiciones de vida y el confort båsico, lo que naturalmente termina condicionando todo el entorno de la persona y restringiendo su capacidad para desarrollarse plenamente.
SituaciĂłn laboral
El 56,1% de los trabajadores ocupados que estĂĄn en condiciĂłn de pobreza pertenece al sector informal y no cuenta con acceso a la malla de protecciĂłn social ni al goce de sus derechos laborales, una proporciĂłn que cae al 18,8% para el resto de la poblaciĂłn.
En lo que refiere a las brechas educativas, mientras que los trabajadores en situaciĂłn de pobreza cuentan, en promedio, con nueve años de educaciĂłn culminados, los trabajadores que no se encuentran en esa situaciĂłn acumulan casi tres años mĂĄs. Vinculado a esto, como se desprende del grĂĄfico, los trabajadores pobres se concentran en empleos con bajos niveles de calificaciĂłn. En ese sentido, el 36,1% de los ocupados se desempeñaba en ocupaciones elementales (personal de limpieza, peones de explotaciones agrĂcolas, empacadores, reponedores de estanterĂas, entre otras), 27,6% eran trabajadores de los servicios y vendedores en mercados y comercios, y 18,8% se desempeñaban como âoficiales, operarios y artesanosâ (es decir, trabajaban como albañiles, carpinteros, revocadores, carniceros, chapistas y artesanos, entre tantas otras).
Esto genera, obviamente, importantes disparidades salariales. Concretamente, en 2024 los trabajadores pobres ganaban en promedio cerca de 19.000 pesos lĂquidos, mientras que para el resto esa cifra supera los 56.000 pesos. Expresado en tĂ©rminos de la remuneraciĂłn por hora trabajada, los trabajadores no pobres ganaron el año pasado 2,3 veces mĂĄs que los trabajadores que se encontraban en situaciĂłn de pobreza.
Dentro de los hogares pobres, en la mayorĂa de los casos (67%) el referente del hogar (el integrante con el mayor ingreso) es una mujer, que en el 83% de los casos es madre de al menos un niño. Esas mujeres trabajan unas 29 horas a la semana por un ingreso que en promedio fue de 17.400 pesos lĂquidos. En el caso de los hogares cuyos ingresos superan la lĂnea de pobreza, el 54% tiene como referente a una mujer, siendo el 57% madres. Sin embargo, las horas semanales trabajadas aumentan a 37 y el salario promedio a 55.000 pesos.
Cabe destacar que, entre estas mujeres madres, hay una diferencia de tres años de educaciĂłn culminados. AdemĂĄs, el 22% de las madres que se encuentran en hogares en situaciĂłn de pobreza se desempeñan en ocupaciones elementales y 21% en servicios y ventas, siendo esas proporciones del 13% y el 19,6% para el resto, donde el 14,1% pertenece al sector profesional, cientĂfico e intelectual.
En sĂntesis, si bien una mejora de los ingresos de las personas en situaciĂłn de pobreza mediante el fortalecimiento de las transferencias monetarias es fundamental para mejorar sus condiciones de vida, no necesariamente se traduce en avances sobre las dimensiones estructurales que hacen a este fenĂłmeno, como las brechas educativas, las carencias de la vivienda y su entorno, el acceso a los servicios bĂĄsicos y mejores oportunidades laborales. Para ello, hacen falta polĂticas pĂșblicas destinadas especĂficamente a abordar estas dimensiones, cuyos efectos no son de corto plazo. De ahĂ la necesidad de combinar ambas aproximaciones.
